Al sureste de la enorme comarca de Las Merindades burgalesas, en el límite de La Bureba, se encuentra un precioso valle regado por el río Ebro y magníficamente flanqueado por las Sierras de la Arcena y los Montes de Oña.
El valle tiene una extensión de 169 kilómetros cuadrados y presenta como máxima altura los 1.434 metros del Pico de Humión.
Es una zona rica en toba (de ahí el nombre del valle) gracias a la humedad proporcionada por el Ebro y sus afluentes el Losa (o Jerea) y el Purón; fertilidad que sustenta la economía cerealista de la zona y que ha acabado por relegar a la ganadería a un segundo plano. Las cerezas y otras frutas tienen merecida fama. El turismo empuja con fuerza en el verano y durante los fines de semana gracias al tirón de algunas de sus localidades.
El valle, como casi todos los existentes en España ha sido víctima de una vertiginosa y progresiva despoblación que le ha llevado a los 1.200 habitantes de la actualidad, que se reparten en 45 poblaciones que hasta 1728 fueron conocidas como "aldeas" de Frías.
Es precisamente Frías la localidad más importante del valle, que comparte protagonismo administrativo con Quintana Martín Galíndez, a las que siguen el resto de poblaciones en las que abundan las casas blasonadas.
Junto con Mena y Valdegovía, Tobalina fue uno de los primeros valles peninsulares en ser ocupados por los cristianos poco después de la invasión musulmana, en la Edad Media. Tobalina vivió los comienzos de Castilla y el castellano.
En plena Edad Media el rey Alfonso VIII repobló Frías y la nombró capital del valle otorgándole fueros.
En el valle proliferan los monasterios como el de San Martín de Don, pero también abundan los parajes y lugares de enorme y variada importancia, que va desde el menhir de Mijaralengua, los Puentes del Herrán, las tumbas altomedievales de Herrán, Pajares, Orbañanos, Santa María de Garoña, Montejo de Cebas y Quinatamaría o los paisajes del estrecho del embalse del Sobrón. Además abundan las iglesias con estilos románico, gótico y renacentista en la práctica totalidad de pueblos.
Pero sin duda el pueblo más relevante es Frías, declarado conjunto histórico-artístico, y magníficamente diseñado. Sus casas se aferran como pueden a la ladera meridional del cerro sobre el que se asienta el pueblo; casas que se disponen con precisión milimétrica y desafiando en más de una ocasión a la ley de la gravedad. Son las casas colgantes de Frías.
Pasear por Frías, como por muchos de los pueblos de Tobalina, es hacerlo en un ambiente medieval de excepción. Calles estrechas, empedradas, con arquitectura de entramado de madera. Casi sin darnos cuenta y siguiendo el recorrido turístico que la oficina de turismo ha preparado, llegamos a la parte alta del pueblo, donde se encuentra el recinto amurallado de la Muela, la iglesia de San Vicente y el impresionante castillo. Parece imposible edificar una fortaleza en la roca de la manera que se ha hecho en Frías. El castillo de los Velasco es un sitio espectacular de verdad. Tanto como las vistas que sobre el pueblo y sus calles.
Abajo, salvando el río Ebro se encuentra el imponente puente de origen romano y trazado medieval que cuenta con una torre que sirvió para el cobro del Pontazgo. El puente sobre el ebro fue paso obligado en la comunicación de la Meseta y La Rioja con el Cantábrico.
Otros edificios de interés son el Convento de San Francisco, la Iglesia de San Vítores y el Convento de Santa María de Vadillo. En los alrededores se encuentran molinos harineros sobre el río Molinar y río arriba se llega a la bella localidad de Tobera, donde en la entrada al desfiladero, se encuentra un magnífico conjunto monumental formado por la ermita del Cristo, un Humilladero y un puente romano, además de la cascada de Tobera.