Entre los valles de los ríos Leza y Juvera en La Rioja hay una comarca conocida como Los Cameros donde la cultura rural y las tradiciones continúan arraigadas en un entorno muy particular.
La Tierra de Cameros es una comarca montañosa donde se entremezclan perfectamente paisaje y arquitectura. Dos ríos, el Iregua y el Leza, la dividen en el Camero Nuevo y el Camero Viejo respectivamente. El aspecto paisajístico de cada uno de estos Cameros es bien diferente, y así mientras que el Camero Nuevo es verde y frondoso, el Camero Viejo presenta una fisonomía seca y deforesada. Cada uno, no obstante, no está exento de atractivos y debido a su relive y altitud han condicionado y diferenciado también la historia de ambas cuencas.
La demografía en Cameros se recupera muy poco a poco después de la explosión industrial que dejo a la comarca despoblada. La artesanía textil, la agroalimentaria y el turismo rural son los pilares económicos que están permitiendo además la lenta recuperación de población.
Adentrarse en Cameros es una vuelta al paisaje rural de antaño, al mundo sin prisas y bien disfrutado. El recorrido entre unos pueblos y otros trasncurre por carreteras comarcales con puertos que cuesta encontrar en los mapas y con el ganado campando a sus anchas por las carreteras de tal manera que, más de una vez, tendremos que parar para esquivar una o varias reses. La sensación de aislamiento y tranquilidad es notable en estas tierras riojanas donde el ganado tiene su propio código de circulación: la total libertad.
En cada pueblo podemos descubrir un rincón encantador: las calles empedradas de Laguna y Lumbreras, la tranquilidad de Almarza y Muro, el puente y los escudos de Villoslada, las calles empinadas de Torrecilla o de Ortigosa -localidad esta última, como Soto, especialmente bella, junto al cañón del río Leza-. Además en todos ellos podemos encontrar muestras de la arquitectura típica de la zona, tanto en sus casas como en sus iglesias.
La carretera N-111 se adentra en la sierra hacia Soria en busca del Puerto de Piqueras y nos permite acceder a lugares tan representativos del Camero Nuevo como los bosques mixtos de Panzares y Castañares de las Cuevas, las ermitas de San Vicente y la Virgen del Malojar en Nestares, la Iglesia de San Martín y los palacios y casas nobiliarias de Torrecilla en Cameros -capital de las Trece Villas-, el museo-escuela de Almarza, el paisaje rocoso en el que asienta Nieva, la ermita de la Virgen del Villar y el centro de información turística de "El Hórreo" en Pradillo, la Ermita de la Virgen de los Nogales en Villanueva o el embalse González Lacasa -donde se pueden realizar actividades acuáticas- en Ortigosa y El Rasillo. La carretera sigue su ascensión hacia el corazón de la sierra y tras disfrutar de la excelente arquitectura popular en Aldeanueva, ésta nos acerca al Parque Natural de Sierra de Cebollera, con grandes extensiones de pinos silvestres, hayas y robles rebollos, rica fauna y singular geología.
La puerta de entrada a la sierra es Villoslada, donde abundan las ermitas y los escudos y se encuentra el Centro de Interpretación del Parque Natural.
Lumbreras es la última población (en altitud) de Cameros Nuevo y además de encontrar uno de los órganos más antiguos de La Rioja en la Iglesia de San Roque, allí se encuentra también el Centro de la Trashumancia -emplazado en la Venta de Piqueras-.
Antes de coronar el puerto, a la altura del embalse de Pajares, una carretera permite cambiar de vertiente en la sierra y acceder a Cameros Viejo a través del Collado de Sancho Leza.
El paisaje cambia drásticamente en la cuenca del Leza. En este valle destaca la artesanía textil, cestería y los embutidos, que adquieren reconocida fama, pero la arquitectura popular está de nuevo presente en sus localidades, que aguardan además con otros encantos y monumentos de interés como el castillo de Jubera, que vigila la entrada al valle del mismo nombre, la nobleza de Valdeosera -junto al solar de Tejeda-, el casco urbano con casas hidalgas y la Iglesia de la Asunción en la capital: San Román, además de visitar el Molino del Corregidor, o las calles y emplazamiento de Soto. En la parte alta del valle destacan los bosques de Sancho Leza y los hayedos de Santiago o Monte Real.
Para los que gusten de conocer la zona como se hacía antaño, caminando, toda la comarca es cruzada por el sendero de Gran Recorrido G.R.93.