Moya

Cuenca

La villa de Moya tuvo una excepcional importancia en la Edad media, como fortaleza avanzada de Castilla al borde mismo de Aragón y Valencia. Los Reyes Catóticos valoraron todavía más ese papel, impulsando su importancia administrativa, al convertirla en capital de un marquesado poderosísimo, que extendía su señorío por un amplio territorio, que incluía 36 pueblos.

El núcleo urbano fue construido en lo alto de un cerro amesetado, junto a él, el castillo (del S. XIII), dominando todo el valle. El recinto estaba protegido en parte por una muralla, qe todavía se conserva parcialmente, y en parte por la propia escarpadura de la inaccesible montaña.

Todo ello se ha transformado hoy en una triste y, sin embargo, bellísima ruina. Del castillo quedan en pié la torre del homenaje y varios torreones, junto con fragmentos de la muralla y algunas de las puertas de acceso.

Se podría pasear por la antigua villa, siguiendo el trazado de sus calles, aunque no queda en pie ninguna vivienda entera. En la plaza, gracias a modernas restauraciones, se mantienen la iglesia de Santa María, gótica (estilo artístico siglos XII-XV) y, frente a ella, el Ayuntamiento. Fragmentos más o menos valiosos de iglesias, conventos, hospitales, edificios administrativos, etc. permiten reconstruir, con la imaginación, cuál fue la pasada grandeza de Moya, hasta mediados del S. XIX.

Como recuerdo de su pasado común, cada siete años la Virgen de Tejeda es llevada en procesión, a pie, desde su santuario en Garaballa hasta Moya, a hombros de miles de romeros que confluyen desde todos los pueblos del marquesado.