Desengaño absoluto por Anónimo
Nosotros nos decantamos por esta casa rural porque
tiene un precio especial de peregrino, 56 € la
habitación con desayuno (IVA no incluido). La casa
está en lo alto de una colina, sobre un cruce de
carreteras nacionales bastante transitada, al lado
del aeropuerto de Bilbao con el correspondiente
ruido y a 3 Km del pueblo. Por lo que la idea es
que si te alojas con ellos, cenes en el comedor
que tienen instalado anexo a la casa rural (aunque
en ningún momento te comentan el precio de la cena
ni el mismo está disponible o visible de cara al
público. De modo que, una vez allí, nos animamos
a cenar en su comedor ya que nos comentaron que
servían comida sencilla y casera, tipo ensalada
sacada de su huerto y huevos de sus propias
gallinas. Pero lo gracioso fue que coincidimos
también con un grupo de 10 personas que se
presentaron a cenar esa misma noche, previa
reserva telefónica. Y como no tienen personal para
hacer frente a todo el complejo, es la misma dueña
la que se encargaría de preparar la cena a todos
ellos con la ayuda de su nuera que ayudó como
camarera. Obviamente aquella mesa de 10 personas
les desbordaría, pero supieron salir del paso
bastante bien a costa de dejarnos a nosotros un
poco al margen. Por lo que empezaron a desfilar
antes nuestras narices varios tipos de entrantes y
atenciones para la mesa grande, mientras que a
nosotros (que llegamos al comedor una hora antes
que los otros) ni siquiera nos habían tomado nota.
Era evidente que querían congratular y esmerarse
con los otros, pues parecían personas de clase
media-alta dispuestas a dejarse el dinero
descaradamente aquella noche. Mientras que
nosotros éramos simples jóvenes peregrinos a los
que lo mismo les daba comer antes que después.
Nosotros, lejos de crear más problemas a esta
pobre gente, esperamos paciente y educadamente que
pudieran atendernos. Pero al final lo que nos
llegó fueron platos tardíos y escuálidos frente a
la abundancia presente en la mesa grande. Es
decir, degustamos una cena excesivamente humilde y
escasa, en un ambiente ruidoso e incómodo, pues el
servicio brilló por su ausencia. Aunque, en
cualquier caso, comprendimos la situación y
agradecimos la cena caliente. Pero al día
siguiente, al ir a pagar, mi pareja y yo pensamos
que se disculparían por lo sucedido o tendrían
algún detalle de cortesía para subsanarlo. Pero
nada más lejos de la realidad. La dueña había
dejado la factura hecha a mano a su joven nuera
con intención de no dar la cara (y no parecía la
primera vez que operaban de esta manera). Pues
bien, nos cobró hasta el aire que respiramos. Por
cena, nos clavaron 18 € cada uno sin iva, más dos
cervezas aparte que tomó mi pareja una para
mitigar la espera; además 10 € por la lavandería
(sin haber establecido un precio razonable antes
de mutuo acuerdo), y por si fuera poco, aplicó a
mano el IVA sobre todos estos conceptos que he
mencionado. Es decir, nos salió por unos 120 €
pasar la noche aquí. Al preguntar a la chica si el
precio de la cena era correcto, nos dijo que sí, y
que éste se establecía dependiendo del día sin
ningún criterio en concreto. Y lo pagamos… pero
estamos seguros que después de esta crítica se
pensaran dos veces si volver a actuar de esta
manera tan usurera y poco profesional con otros
clientes. A nosotros nos habrá salido caro, pero a
ellos les va a suponer una mayor pérdida, a la
larga, sin duda.